Me sentí nerviosa al llegar sola a ese antro, regularmente las mujeres vamos acompañadas por mínimo una amiga más, pero esa noche fui sola, un día antes habíamos quedado de vernos ahí para bailar, tomar unos tragos y divertirnos.
Llegue a las 9:30 como habíamos quedado, me puse una blusa blanca transparente en cuello V que dejaba ver un poco mis pechos, una falda negra que me quedaba por arriba de las rodillas, medias de red y zapatillas negras. Cuando entre al lugar sentí las miradas lascivas a mi alrededor, sonreí para mis adentros y fui directo a la barra del bar caminando con seguridad fingida, porque por dentro mis piernas temblaban de miedo pero la adrenalina estaba jugando un papel muy importante en todo esto e hizo que no saliera de ahí huyendo.
Apenas iba a pedir un whisky para agarrar valor cuando sentí que hicieron mi cabello a un lado y besaron mi cuello, giré sobresaltada y ahí estabas tú, te veías divino con tu cabello negro, esos ojos color almendra que hipnotizaban, tu boca... ah esa boca carnosa que se apetecía morderla!, traías una camisa ajustada donde se notaban esos bíceps y ese abdomen impecable que sólo el gimnasio puede hacer que luzcan así. No eras guapo, pero tampoco feo, tu altura era de una persona promedio 1.77 para ser exactos, llevabas un pantalón de mezclilla azul marino que te quedaban justos, ese exquisito pantalón hacía que tus nalgas se vieran más grandes de lo que ya eran.
Me saludaste dándome un beso en la mejilla y otro en la boca, que hizo me sonrojará, era la primera vez después de dos años de conocerte que me atreví a salir contigo, nunca te me insinuaste ni nada por el estilo, pero el día anterior, al verte de nuevo después de un año, acordamos en vernos esa noche para platicar los pormenores de nuestra vida.
Antes de que pidiera el whisky -que tanta falta me hacía-, me jalaste hacia tí y me besaste con pasión, querías devorarme y yo te respondí de igual manera, vibre de la emoción al sentir tu miembro pegado a mi, sin poder controlar mis impulsos me humedecí al querer tocarte sin esa ropa que ya nos estaba estorbando, sentí como mis pezones se endurecieron al contacto con tu cuerpo, quería jalarte, arrastrarte, no dejar de besarte, pero a la vez mi mente me decía que no era correcto dejarme llevar de esa manera, que debía controlar mis impulsos, mi pasión y separarme de tí.
No me diste tiempo de nada y cuando menos pensé iba caminando a tu lado hacia tu auto, me dijiste que habías soñado con este momento desde que me conociste dos años atrás, pero que no te atreviste a hacer nada porque nunca viste en mí una chispa de interés. Te respondí que lo mismo pensé de tí y nos reímos como tontos en un buen trayecto. Te pregunté que si a donde me llevabas y me dijiste llanamente -"a un hotel", los nervios volvieron como un balde de agua fría, viste mi reacción, me besaste de nuevo, me tomaste de la mano y dijiste -"no te preocupes, vamos a pasarla bien, este encuentro debe ser inolvidable, porque ambos sabemos que será el único así que no te pongas nerviosa y disfrutemos". Te sonreí, pensé que era una buena oportunidad para divertirme, para dejar atrás un pasado perdido y volver a disfrutar de un cuerpo caliente a mi lado.
Llegamos a un hotel en las afueras del lado norte de la ciudad, cuando vino el muchacho de la caseta muy discretamente ví como te cerro un ojo al indicarte cual era el camino al cuarto asignado, me dio tanta pena que por un momento sentí como me ruborizaba pero mi instinto fue mayor porque quería sentir tu piel en mi piel.
Casi me sentí una principiante al dejar que me llevarás tras de ti, de hecho al subir los 3 escalones me agarraste las nalgas, pegue un brinco y ambos volvimos a sonreir, te adelantaste un poco, pasaste pegadito a mí que volví a mojarme, el tiempo se me hacia eterno para estar entre tus brazos. Prendiste la luz y ví una habitación cómoda, con una cama king size en medio, encendiste la t.v. y el canal que estaba era uno porno, me sonroje porque tenía años que no veía una escena porno y menos con el tamaño del pene de ese tipo, te reíste de mí y comenzaste a besarme.
Primero fueron unos besos tiernos en mi boca, mi frente, mis orejas, mi cuello, pero conforme fuiste quitándome la blusa, los besos se tornaron más pasionales, más fuertes, parecía que querías comerme por completo. No supe cuando desabrochaste mi sostén, sólo sentí tus labios chupando mis pezones, lamiendolos como si fueran dulces. Al mismo tiempo jale tu camisa para quitartela, vi lo hermoso que era tu cuerpo, sonreiste al notar mi mirada, me acostaste en esa enorme cama y bajaste lentamente a mi conchita, me dijiste que era tal y como la habías imaginado, al tocarme con tu lengua hiciste mi humedad fuera más notoria. Al sentir mis jugos te volviste loco, me chupaste, lamiste, metiste tu lengua dentro de mí, con esos movimientos de lengua no podía hacer más que gemir de placer.
Yo quería verte desnudo por completo, te quitaste el pantalón, te quite el boxer y me fui directo a tu pene. No había visto un pene tan carnoso y grueso, primero pense en lo rico que sería tenerte dentro de mí y al mismo tiempo me dije -esto dolerá!-, pero no me preocupe, tome tu miembro con ambas manos, con mi lengua me fui a tu glande, a saborearlo, soltaste un poco de semen y eso sirvio para lubricarte, tome aire y metí tu pene en mi boca, wowww que sensación, jadeaste de placer, sólo decías: -sigue así, vas bien, no sabía que chuparas tan rico. Seguí subiendo y bajando, mirandote a los ojos, cuando estabas a punto de venirte te dije -te quiero dentro de mí.
Rápidamente me acostaste boca arriba y así poco a poco metiste ese riquisimo pene dentro de mí, gemi de placer, me dolio muchisimo, pero no importo, quería seguirte sintiendo, primero los movimientos fueron lentos, suaves, cautelosos y cuando sentiste que mi vagina se había dilatado lo suficiente siguieron los movimientos fuertes, duros, rudos. Hiciste gritará de placer, que soltará mis jugos varias veces, tu también gemias con cada movimiento, hasta que el calor de nuestros cuerpos, el deseo, los movimientos, las sensaciones, el placer, el sexo en sí, hizo que terminaramos al unisono.
Nos quedamos recostados un buen rato. Cuando menos pensé ya habían pasado tres horas, así que nos bañamos, seguimos besandonos mientras con cambiamos, me llevaste de nuevo al antro, pero ahora en el estacionamiento, te dije que era hora de despedirnos, que esa noche había sido maravillosa y un sueño cumplido. Me diste el último beso con mucha ternura y te despediste de mí diciendo... -Adiós muñeca, sé que no nos volveremos a ver, también yo recordaré esta noche porque cumpliste mi fantasía de estar contigo.
Camino a casa me dolía todo! pero era un dolor que hacía sonriera con gusto y placer. De hecho hoy, al recordar ese único encuentro mi sonrisa sale a flote y te recuerdo como un maravilloso sueño.