lunes, 8 de septiembre de 2008

Reencuentro

Seis meses habían pasado, mi vida transcurría sin novedades, la mayor parte del tiempo estaba absorta en mi trabajo, aún así me daba el tiempo para salir con frecuencia, conocidos muchos, amigos varios, citas pasajeras algunas, nadie que se quedara grabado en mi mente ni en mi piel aunque yo me había hecho a la idea de no verte mas, pero el destino me tenía preparada una jugada… estaba ansiosa por verte, por tocarte, por sentirte, en repetidas ocasiones me habías hecho saber las ganas que te provocaba estar de nuevo conmigo, pero la situación no era favorable.



El teléfono sonó… estabas aquí, el camino a tu hotel se me hizo eterno, al tenerte de frente no supe como reaccionar y tu aparente frialdad me hizo reprimir los abrazos que quería darte y ahogar los besos que deseaban escapar de mi boca con un “Hola, que cambiado estás”, me abrazaste y me besaste en la mejilla, salimos de ahí y nos dirigimos a realizar un par de diligencias que apremiaban, era poco el tiempo del que disponías aquí… hacía tiempo que no sentía tantos nervios… de pronto deslizaste tu mano por debajo de mi falda al tiempo que preguntabas si tenía tantas ganas de hacerte el amor como tu a mí, te miré a los ojos con dudas mordiéndome los labios, pero no me diste mucho tiempo de pensar y en un santiamén estábamos entrando en la habitación, tu beso me tomó por sorpresa, desabotonabas mi blusa mientras me comías a besos, eran besos suaves, dulces, tiernos que poco a poco fueron subiendo de intensidad, tus manos me recorrían suavemente desde mi cara hasta la cintura por mis costados armoniosamente disipando cualquier duda que pudiera quedar en ese momento, deseando que todo fuera como antes aunque solo se tratara de un instante fugaz, mi boca buscaba tu cuello, mis manos apenas tocando acariciaban tu espalda, las tuyas se desvivían en un vaivén de mimos por todo mi cuerpo, me aprisionaste fuerte contra ti.

El calor de tu aliento en mi nuca provocó que me erizara de cabeza a pies, mis piernas temblaban pero encontraba el apoyo que necesitaba en tus brazos, tus movimientos se volvían mas certeros, mas cadenciosos, inundabas mi ser, mis ojos cerrados, mi respiración agitada, el corazón casi se me salía de pecho, mis gemidos no podían ocultarse mas, sensaciones encontradas invadían mi cuerpo, el estremecimiento que provocabas se volvía mas intenso cada vez… un temblor me recorrió entera y nos desplomamos sobre la cama, una sonrisa se dibujó en mi rostro al sentir el calor de tu cuerpo sobre mi espalda y la ternura de tus besos sobre mis mejillas… me acurrucaste entre tus brazos, continuaste las suaves caricias en mi espalda de arriba abajo besando mi frente mientras yo permanecía inmóvil… volví a ser de ti y el tiempo se detuvo por un instante.

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